lunes, 1 de junio de 2009

Hambre (I)





Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.

No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros

En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.

de Miguel Hernández, en El hombre acecha

2 comentarios:

  1. Nunca habia tenido la oportunidad de leer esta poesia, pero me ha dejado sumamente impresionado.
    En cierto modo me resulta frustrante.
    Cuando podia llamarme a mi mismo deportista, una lesion hizo que siquiera pudiera caminar con normalidad.
    Y cuando queria hacer de mi mismo un poeta, no puedo sino reconocer que mis versos no pueden en modo alguno equipararse artistica y sentimentalmente con las emociones que los versos de poetas como Miguel Hernandez evocan.
    Parafraseando a tan profunda poesia, de seguro es mi espiritu el que se haya hambriento en este preciso momento.
    Un saludo!

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  2. Hola Sergio, gracias por comentar en el blog!!

    Creo que no deberías sentirte frustrado, si eres capaz de disfrutar de la poesía, eso ya dice mucho de la hechura de tu alma. Por desgracia, para escribir unos versos como estos es necesario sufrir una guerra civil, que es el contexto donde se escribió esta obra, y eso es algo que no le deseo a nadie...

    Un cordial saludo!

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